30 de noviembre de 2007

Anoche soñé con el diablo

Escrito el 10:22 a.m. 26/09/2007

Anoche soñé con el diablo. Así, como lo leen. No es ficción. Y quiero aclarar que soy consciente que el diablo es un símbolo, una representación y un mero artilugio humano utilizado como herramienta de dominación durante muchos cientos de años.
Hecha la aclaración, permítanme comenzar con mi relato:

Pijama de invierno, blanco con mangas negras, cuello en V, terminaciones en polar. Medias de lana, y un cuello polar negro con tirita recogedora –de ésas que lo transforman en gorros- porque la noche anterior me levanté con mucho dolor de garganta.

11:04 p.m.

Me acosté una hora antes porque había paro de subtes -odio depender de la gente y más ser rehén de imbéciles luchas egoístas, porque cuando piden o luchan por cosas como el sueldo, la cantidad de horas, los beneficios, etc., todo bien, pero había una ensalada de fruta llena de peleas internas y manejes políticos, lo sé porque tengo a alguien adentro- me acosté una hora antes y leí un poco de El Hombre Sin Patria -de Vonnegut, un capo un groso un grande- y finalmente apagué la luz. Gran error.


La puerta de mi pieza se abrió así, como sola.


¡Prack! hizo la cerradura, y se abrió. La pieza tiene unos ventanales grandes que dejan que la luz anaranjada de la lámpara de vapor de mercurio del alumbrado público se desparrame por el piso. Bueno –me dije– probablemente sea el viento que se cuela por los burletes medio gastados. Aunque también me acordé de una amiga de mi hermana que... no importa, no viene al caso. Me levante y crucé los siete metros de la habitación hasta cerrar la puerta. Volví, y me dormí, o al menos, eso creí...


Camino por un sendero de piedras chatas y grandes. Son grises y opacas, y cruzan una especie de alfombra verdosa, un simulacro de césped artificial medio podrido. No levanto la vista de las piedras, no sé si es una plaza o un campo, y la luz es una cosa floja que no viene de ningún lado. Parece que va a caer granizo o que va a hacerse de noche, o las dos cosas al mismo tiempo. Camino por ahí y una voz amable -como de documental- empieza a hablar, dice algo del Demonio. Habla y habla, y las piedras, -esas piedras anchas como lajas pero más bien redondeadas- empiezan a cambiar. Ya no las puedo pisar, porque el suelo rota hasta convertirse en una pared y yo quedo flotando al lado. Las piedras se manifiestan. Dibujos tallados, bocas y ojos grandes, de trazo redondeado -un siniestro aire precolombino- late en las piedras. El césped se disuelve, ya no puedo ver otra cosa. El rostro demoníaco desparece y aparece, se borra y vuelve, siempre distinto, siempre aterrador. Una y otra vez. Late en las piedras y me muestra sus caras primitivas. El miedo es primitivo. Recuerdo los dragones chinos. La voz se calla -no es su voz, tal vez era su presentador o algo así- y las imágenes cambian con violencia. Sin hablar. Sólo me miran con los ojos a veces abismos huecos a veces sobresalientes protuberancias en la piedra. Caigo junto con la interminable sucesión de rostros tallados en piedra que me miran pero no. Siento el vértigo en la garganta.


1:34 a.m.

Me desperté con una pierna afuera de la sábana, como si fuera un cerco que quisiera saltar. Una alarma sonaba justo enfrente de mi casa, aparentemente era el auto de mis viejos. Me tapé. Pero la alarma seguía sonando. Seguía... y seguía. «Por qué mierda no van a apagarla, están mucho más cerca de la puerta de calle que yo» pensé. Nunca me despierto con la alarma. Pero ya estaba ahí, despierto. Y seguía sonando. Salí de la cama. Me puse las pantuflas, me acomodé el cuello de polar y crucé otra vez la pieza. No me acuerdo si la puerta estaba abierta o no, pero salí y prendí la luz para bajar las escaleras. Mis padres estaban durmiendo. Ni se mosquearon con la luz ni cuando pasé. La alarma seguía sonando. Crucé el comedor –en el que nunca comemos, ya no se por qué se llama comedor- y llegué al living. La misma luz amarillenta que iluminaba mi pieza se proyectaba desde la ventana hacia el suelo.


Un metro antes de llegar a las cortinas, la alarma se apagó sola.


No me importó, ya estaba ahí. Corrí las cortinas semitransparentes y miré el auto. La rural gris modelo noventa y seis, chocada en dos puertas, tenía los vidrios sanos. Miré bien para los costados y nada. Nadie en la calle. Volví a mi pieza. Me acosté, me tapé, y me dormí, o al menos, eso creí...


Estoy sentado un bar con una muchacha -muy hermosa y mimosa- y de pronto hay otra muchacha -tan hermosa y tan mimosa como la otra- sentada en la silla de al lado. Finalmente, una tercera muchacha -más diminuta, pero igual de hermosa y mimosa que las otras dos- viene y trata de sentarse encima mío, acomodando mimosamente una pierna de cada lado. No sé si están vestidas o no, pero no importa. Porque justo antes que se siente, con total naturalidad y hasta con unas hebras de solemnidad, les digo que voy a acabar -no recuerdo si me disculpé o no- y así lo hago. Las típicas contracciones no tardaron en llegar. Como una serpiente vomitando un ratoncito semi-digerido, acabé.


2:17 a.m.

El polvo atravesó el sueño y se acumuló en mi bóxer. Pero no hubo orgasmo, sólo eyaculación. Es normal que luego de cierta cantidad de tiempo sin tocarme -o sin que me toquen-, termine así, pero habían pasado sólo un par de días desde un fortuito encuentro, asi que me pareció raro que la válvula de seguridad se accione sola. De todas formas -ya experimentado en estos asuntos- hice la Gran Momia Blanca con un pañuelo de papel y me volví a dormir, o al menos, eso creí.


6:26 a.m.

La radio se encendió sola, -estaba programada para eso-. La luz del sol entraba fría y limpia. Salí de la cama, me cepillé los dientes, me lavé la cara, removí los vendajes de la momia, hice pis, lavé al faraón, y apenas volví a la habitación noté algo raro, justo arriba de mi cabeza.

Era el cuello de polar, el mismo que me puse para dormir. Estaba enroscado en la lámpara, y se balanceaba, como un hombre recién ahorcado.

29 de noviembre de 2007

HOTel







Tu aerodinámica curvatura

(Aunque no lo veas)
merece más de un viaje.

Aunque me consuma.
Aunque tenga que quebrar cada ladrillo de esta ciudad con mi cabeza.
Aunque tenga que doblegar a cada individuo de esta sociedad con mi cabeza.

Tu aerodinámica curvatura
(Aunque no lo veas)
merece más de un viaje.



27 de noviembre de 2007

¿A dónde van los limones?


1ra evidencia:


-----Original Message-----
From: Patricio Ingra***
Sent: Thursday, August 23, 2007 9:33 AM
To: 2º piso Bolivar
Subject: Déjenme contarles una pequeña y trágica historia...

Había una vez medio limón en la heladera,
hasta que...
DESAPARECIÓ.

Fin.

Si alguien tiene alguna información que pueda resultar en el paradero del medio limón (es amarillo, con semillas, una pulgada de diámetro, responde al nombre de limón) sea tan amable de decírmelo de la manera más amable posible, porque hacerme el té para descubrir que NO HAY LIMÓN es realmente irritante y frustrante, eso sumado a que es jueves, el peor día de la semana -ni viernes, ni miércoles- JUEVES, y encima, yo sin mi medio limón.




2da evidencia:

-----Original Message-----
From: Patricio Ingra***
Sent: Viernes, 16 de Noviembre de 2007 09:50 a.m.
To: 2º piso Bolivar
Subject: Limones...

Se solicita el paradero de un limón.
Tez amarilla, principio de celulitis y cáscara gruesa.

Se encontraba cortado al medio en la tapa de la heladera, esperando con ansias el mágico momento que lo llevaría a fusionarse con mi té -y las medialunas de Marcelo- para lograr así el clímax de su existencia.

Cualquier información sobre su paradero será recompensada.

Desde ya, muchas gracias.





22 de noviembre de 2007

CRUDO








Nacer.




Simular
simular
simular
coger,



mentir
coger,



mentir
coger,



mentir
coger.



Simular.



Mentir
mentir
mentir,



coger
coger
coger,



mentir



llorar



morir.




17 de noviembre de 2007








Sudor que ablanda
gotas al ritmo
pulso de golpes

bailas víctima

del golpe

del colchón

del pulso

del sudor

del ritmo

golpe

colchón
pulso

sudor

ritmo

gol

col

pul

sud

rit

g

c

p

s

r

.







15 de noviembre de 2007

Yo me acuerdo...


Yo me acuerdo de lo aburrido que era ir a la calesita.

Yo me acuerdo del tuco y la carne de los domingos (es como si no hubiera otro día que no sea domingo en determinado segmento de mi infancia).

Yo me acuerdo de lo frustrante que era tratar de acostumbrarme a la pluma Parker luego de tres años de idilio con mi lápiz.

Yo me acuerdo de la primera vez que fui a un telo: mire todo dos veces porque no quería olvidarme de nada. En aquel entonces pensaba que era un momento muy importante.

Yo me acuerdo del maní japonés que descubrí en el bi-cumplaños que festejé con mi primer novia, que cumplía el mismo día que yo.

Yo me acuerdo de lo difícil que era para mí escribir en imprenta. También del momento cuando quise empezar a utilizarlas: un amigo -algo mayor que yo- escribió la letra “a” con tanta gracia y facilidad que no pude resistirme.

Yo me acuerdo de lo severa que era mi abuela cuando era más joven (especialmente los domingos).

Yo me acuerdo lo que pensé cuando vi a un tipo juntando basura en la calle cerrito un día que iba a la oficina “yo no quiero terminar así”. Luego, cuando me di cuenta que este pensamiento era el único motivo por el cual seguía en la facultad, la dejé.

Yo me acuerdo del primer día que fui a lo de Margarita R. (taller literario). Todos eran más copados y sabían mucho más que yo. Me escudé en mi silencio.

Yo me acuerdo de la pintura amarilla que formaba ligeras protuberancias en las paredes de mi escuela primaria.

Yo me acuerdo de las rejas que hacían de paredes en los talleres subterráneos de mi escuela secundaria.

Yo me acuerdo de los lentes de la chica que me gustaba en séptimo grado (marrones marco cuadrado, imitación madera, esmaltados).

Yo me acuerdo de las excusas que me ponía para no decírselo.

Yo me acuerdo del horror que sentí al pisar una tumba indígena en el sur. ¡No pises! Me dijeron. Haber pisado a un muerto me hubiera causado menos impresión. La tumba era tan sólo un círculo de piedras sobre una tierra fina, plana y muerta, escondida entre las rocas de una montaña.

Yo me acuerdo y me recuerdo constantemente la razón de mi escritura:




NO OLVIDAR NI SER OLVIDADO.






9 de noviembre de 2007

PLUR


Yo pensé muchas veces en la mística psicodélica de los setenta, las fiestas, el descontrol, las libertades y las corrientes de pensamiento. Los sobrevivientes se encargaron de aumentar el mito. Realzarlo, hacer de ello un momento único en la historia reciente -y lo es, lo es-. Supe envidiar esa gente, que pudo ver bandas y asistir a eventos únicos e irrepetibles, viviendo en un mundo único e irrepetible.
Hoy, ya no siento tanta nostalgia.

No hablo sólo de Creamfields (que es la primera a la que voy a ir), pero sí a muchas previas fiestas que supe tener a lo largo de varios años. Hubo buenas, muy buenas, y algunas malas (por que negarlo). Pero en todas aprendí muchas cosas, conocí gente, reconocí a amigos y, a través de esa música que tantos odian y tan pocos comprenden, también me conocí mi mismo. Desaté muchos nudos y quebré muchas de las estructuras que dominaban mi pensamiento.
Me saqué los lentes, y miré alrededor.

Gentes contemporáneas, hay algo en todo esto, algo que no se ve a simple vista. Como un árbol que tapa el bosque, van a pasar muchos años hasta que se vea la magnitud de este movimiento, y creo -y espero- que al final se va a comprender por qué crecieron y crecieron tanto durante estos tiempos.
El mundo está enfermando, Gaia, mi amor, esta siendo maltratada.

Es así. Y hay mucha gente maltratada y enferma. Yo veo, a estos eventos, como intentos subconscientes de la humanidad para anclar energía en la tierra. Hoy, pocos van a entender lo que estoy diciendo. Los que no lo entiendan, bueno, no van a poder despegarse de sus asientos -cuadraditos-, y no van a tardar en levantar el dedo y señalar las pastillas y las drogas, el reviente y los excesos, el daño que se hace la juventud, etc, etc. Poniendo todo en una misma bolsa, una bolsa miope, llena de miedos y prejuicios, y vacía de de experiencias. Aquellos que necesiten señalar y acusar, háganlo. Si eso es lo que necesitan para estar en paz con su mente, para calmar sus miedos y ahogar la incertidumbre, háganlo.
No van a poder detener el movimiento,
porque el movimiento no es sólo eso.

Eso que señalan existe,
pero es tan sólo la cáscara.
Y como tal,
hay que atravesarla y romperla
para poder nacer.


DANCE
4
LIFE

:)





6 de noviembre de 2007

Y la gente que sólo pregunta cuando se reestablece el servicio




Ayer:

alguien se tiro abajo del subte para éste le rompa el cuerpo.


Hoy:
ni noticias.



4 de noviembre de 2007

Este poema es un obsequio para todos

Enrollá el diario,
ponelo en un florero con agua
y esta vez,
lee las flores.

1 de noviembre de 2007

De las caras...

Estoy convencido de que las caras de las personas mayores son talladas por sus pensamientos y sentimientos a lo largo de su vida.

Así que, por ejemplo, el tipo –señor mayor, con canas y todo- con cara de tiburón que vi hoy a la mañana entrando en la legislatura porteña definitivamente no puede ser un buen tipo. Tenía las facciones oblicuas, en diagonal hacia el medio, si se entiende lo que quiero decir. Cuando se encontró con un colega y sonrío, uff, escalofríos. La sonrisa era más que siniestra. Los labios seguían la curvatura de la cara, como un boomerang con las puntas hacia arriba.
Ese tipo hizo -o no hizo, pero piensa y le gustaría hacer- cosas nefastas. Jamás podría sentirme cómodo con alguien así.

El otro día, en la pileta, un viejo de mierda que hace que nada –que no me saluda, sólo saluda a las chicas, ya verán por qué-, también tiene una cara desagradable. En este caso no es la de un depredador, pero sí la de un depravado asqueroso.

Yo sé que no puede andar prejuzgando a la gente, pero el otro día mostró su personalidad. Se le tiró encima a una chica que, hablando de una manera diplomática, le faltan unos senadores en la banca. Me indigné. Más precisamente, me dieron ganas de re-cagarlo a trompadas. La chica, pobre, lo único que hacía era hacerse chiquitita en un rincón del carril –los carriles son divisiones hechas con sogas en las piletas para nadar por ellos sin chocar a los demás-, se hacía chiquitita y cuando digo que el viejo verde hijo de puta se le tiraba encima digo que hablaba con el cuello estirado para adelante, la joroba hacia atrás, y la panza de huevo a la misma altura que los ojos, que parecía que largaban pus, a unos diez centímetros de la pobre mujer.

Yo, nadaba, y pensaba: lo golpeo, de una, que se vaya a cagar y que no vuelva más. Pero la cara me decía que el tipo no tendría problemas en levantar acciones judiciales y, la verdad, no quiero meterme en ese horrible juego –su juego-. La segunda opción era acercarme y preguntarle a la chica si lo estaba molestando, cosa que era obvia dada la cara de susto/repugnancia que tenía la pobre mujer. Bueno, pensaba eso, pero me achiqué, no les voy a mentir. Es algo con lo que lucho constantemente, no se si se llama "Super Yo" o "Yo, cagón", pero es algo que me hace repensar y muchas veces suprimir ciertas respuestas y actitudes. Lo odio, y lucho contra eso.

Bueno, mientras mi "Yo, cagón" me daba motivos para no meterme, se me ocurrió una tercera idea, avisarle a unos de los profesores/bañeros que andaban por ahí. Mi "Yo, cagón" estuvo de acuerdo así que esa iba a ser mi acción, pero justo en ese momento la chica se cambió de carril, y dejó al viejo choto y desagradable sólo –en realidad, conmigo, lo cual es mucho peor (para él)- y el problema, si bien no se solucionó y, si bien yo no hice nada al respecto- quedo postergado.
De todas formas las ganas de pegarle no se me fueron, y, ahora que lo tengo bien calado, no creo que mi "Yo, cagón" tenga mucho poder de decisión cuando el viejo de mierda se le ocurra molestar otra vez a esa chica.

Lamentablemente no se puede proponer matar y/o golpear a los viejos a partir de sus caras, pero sepan, ustedes, jóvenes –y no tan jóvenes– y ávidos lectores, que lo que pasa adentro de sus cabecitas brota y se manifiesta en su cuerpo, así que si piensan que van a poder ocultar aquellos pensamientos, ESTAN MUY EQUIVOCADOS.

Si tienen miedo de volverse viejos verdes, sean ¡Jóvenes Verdes!
Gasten todas las municiones ahora, no se guarden piropos ni deseos, busquen concretar fantasías, no se las guarden (todas), hablen, díganle a esa personita que la quieren y luego, díganle lo que les gusta!
:P
Y por sobre todas las cosas, sean fieles a sus palabras.

No hay nada más lindo...

;)