¿Por qué simplemente no podemos darnos a conocer?
Por Straw VIDurante mucho tiempo esta pregunta fue evocada por los más grandes pensadores marcianos. ¿Qué nos impide caer en los océanos terrestres y llenar sus playas de sombrillas térmicas marcianas?
Hace diez mil años, el famoso pensador Deburio III (el creador de las Tres Grandes Conclusiones Universales), angustiado por resolver este interrogante, se encerró en una falla tectónica (*).
Tres semanas antes del cierre del cierre de la Guía de Integración Marciana, Deburio III salió. En su conferencias de prensa, todas las frecuencias de psicovisión y psicoradio marcianas estaban apuntaron a su centro neuronal. Entonces liberó la Primer Gran Conclusión Universal: "una visita amigable no le hace daño a nadie".
Pero hubo un problema, la Primer Gran Conclusión Universal fue aceptada universalmente durante, aproximadamente, trece horas y diesciséis minutos. El tiempo que Deburio tardó en descubrir que la humanidad había abandonado su niñez para entrar en la siguiente etapa evolutiva de su especie, la galácticamente conocida Era del Pavo.
Cuando Deburio III se encerró en la falla tectónica -con un par de bebidas intoxicantes, drogas desintoxicantes y un cepillo de dientes- la humanidad estaba en su niñez. Los humanos todavía no creían en tantas cosas. Observaban con el mismo asombro a la luna y el sol, a las plantas y los animales –aunque a estos últimos, además de asombro, los miraban con hambre- y no etiquetaban tanto las manifestaciones de la naturaleza. Su vida era sencilla y cada novedad era recibida con entusiasmo (de los sobrevivientes a la misma**).
Pero al llegar a la Era del Pavo Galáctico, la humanidad se encerró en su habitación y puso la música a todo volumen. Dejó de observar. Ya no quiere escuchar novedades, no quiere recortarse las membranas como corresponde ni salir a tomar un poco de sol. Está enroscada sobre sí misma mirándose el ombligo como una de las serpientes autistas del monte Veshugo.
Angustiado, la siguiente Gran Conclusión Universal de Deburio III, que tardó aproximadamente diez minutos en realizar, concluyó: "decirles que no son únicos en el universo, aunque sí últimos, equivaldría a liberar una manada de Gebruntos psicodoscopiados en una sala de procreación".
Como todos saben, Deburio III –más angustiado que antes- volvió a encerrarse –esta vez sólo con las bebidas intoxicantes– y antes de cerrar la puerta, liberó su tercera y última Gran Conclusión Universal, alegando que no iba a pensar ni reflexionar más, y que "quería recuperar el tiempo perdido, perdiendo el tiempo".
Esta última y deslumbrante Conclusión Universal dejó a muchos de los pensadores contemporáneos con una nueva inquietud existencial:
¿Deberían encerrarse en alguna falla geológica con bebidas intoxicantes?
Por Straw VI, Monte Veshugo, falla tectónica nro. 332 B
* Si bien algunas versiones alegan que Deburio III se encerró para no presentarse como presidente de mesa en la votación comunal de su almena, este hecho nunca fue comprobado.
** Todavía pueden verse en algunos psicocanales la comedia "Los Cinco Descubrimientos del Fuego: la quinta es la última" filmada íntegramente a través un psicosatélite miles de años atrás. La psicopelícula muestra con lujo de detalles los cinco momentos en los cuales la humanidad descubre el fuego. Como los primeros cuatro intentos se sucedieron en un período de dos mil años, y como cada uno generó un incendio que terminó por matar al descubridor, a su familia y a toda su aldea (y demás aldeas vecinas). Esta psicopelícula está basada en hechos reales. Estos eventos llegaron a reducir a la población humana a tan sólo ochoscientos ejemplares y formaron lo que hoy se conoce como el desierto del Sahara. Los ochoscientos humanos se volvieron fóbicos y prohibieron a su descendencia cualquier actividad que no esté directamente relacionada con la reproducción sexual, el sexo sin reproducción o el alimento. Diez mil años después, otro pre-humano volvió a descubrirlo mientras frotaba dos maderas para pasar el tiempo: Afortunadamente, para aquella época el Sahara ya era un desierto, y lo único que se quemó fue un poco de bello púbico.